20 de enero de 2012

Sorpresa británica vs. resoplidos españoles

Una de las grandes diferencias entre los españoles y los británicos es la concepción que tenemos sobre nosotros mismos.
En general, los españoles pensamos que nuestro país funciona bastante peor de lo que en realidad lo hace; los británicos saben que nuestro país funciona peor de lo que decimos.
Años de experiencias paranormales, papeleos y barreras administrativas innecesarias, les han ayudado a construir esa opinión; les entiendo, que conste.

Sin embargo, en lo relativo a la asistencia en carretera, la cosa es diferente.
Cuando a un español le informamos de que la grúa que nos ha pedido tardará aproximadamente 30-40 minutos, muchos de ellos responden con bufidos y resoplidos: ¿cómo es posible que tarden tanto? Uno intenta explicar que dependen de los otros trabajos que tengan que atender y del tráfico que encuentren pero, nada: en la cabeza del españolito medio, las grúas vuelan y no tienen más servicios que atender que el suyo.
En cambio, cuando a un británico le informamos de ese tiempo estimado, la respuesta más habitual suele ser un oh, really? absolutamente delicioso.
Debe ser que tienen tan asumido que viven en el tercer mundo que, cuando reciben una información similar a la que recibirían en el primer mundo, su reacción, inevitablemente, es de sorpresa.

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