18 de noviembre de 2011

Llame usted mañana

Ayer fui a hacerme una prueba médica (nada importante, gracias) y, para ello, tuve que pedir permiso en el trabajo.
Ya de regreso a casa me di cuenta de que me había olvidado de solicitar el justificante correspondiente así que esta misma mañana he cogido el teléfono y me he atrevido a desafiar a la España que tanto, y tan genialmente, criticó Larra en su Vuelva usted mañana.

En el sobre con el informe de la prueba que me entregaron ayer venía el teléfono de la unidad que me la había realizado. Llamada Uno. Dos tonos y responde la Señorita Uno.
Hola, buenas, me pasa esto y necesito esto otro.
Uy, eso se lo tienen que facilitar en Hospital Privado donde le hicieron la prueba, yo no me encargo.
Busco en internet el teléfono del Hospital Privado y efectúo la Llamada Dos.
Hola, buenas, ¿sabe usted dónde me puedo dirigir para que me hagan llegar el justificante por correo electrónico?
Le dejó el teléfono del departamento de esa especialidad, responde la Señorita Dos.

Llamada Tres. En el departamento me responde Médico Uno.
Hola, buenas, esto es lo que me hace falta.
Ah, muy bien, pues dígame su dirección de correo electrónico y se lo remito enseguida.
¡Chúpate ésa, Larra!
La España del Siglo XXI ya ha superado esa falta de profesionalidad y esa desidia que la han asolado durante siglos y ahora la gente... perdone, dijo Médico Uno, interrumpiendo mi triunfal pensamiento, que no me consta su nombre.
Sí, hombre, sí, Paciente Uno, fui ayer por la mañana.
¿Y qué médico le hizo la prueba?
Pues ni idea.
¿Y cómo se llama el que se la prescribió?
Se llama Médico Dos.
Ah, claro, es que yo soy Médico Uno y tenemos pacientes diferentes, por eso no me aparecía usted en mi lista. Lo mejor que puede hacer es llamar a la consulta de Médico Dos, que seguro que se lo hacen.
Vaya, ya me extrañaba a mí que todo fuera a ser tan sencillo.

Llamada Cuatro.
Después de diez minutos a la espera, escuchando el mismo fragmento de una obra de música clásica, consigo que me cojan el teléfono.
Señorita Dos al aparato, dígame.
Hola, ¿me puede poner con la consulta de Médico Dos?
Un segundo, por favor.
Consulta del Médico Dos, le atiende Señorita Tres.
Hola, Señorita Tres, yo soy paciente del Médico Dos y...
Dígame su nombre.
Me llamo Paciente Uno.
Paciente Uno, Paciente Uno... pues no me viene nada...
Pues ayer fui ahí a hacerme una prueba.
¿Y con qué médico?
No tengo ni idea.
¿Le suena que fuera el Médico Tres?
Puede ser...
Repítame su nombre.
Mareado Trece.
A ver... sí, dígame.
Pues verá, que ayer se me olvidó pedir el justificante para el trabajo y querría saber si me lo podrían enviar por correo electrónico.
Uy, eso lo tengo que hablar con Médico Dos. Déjeme su dirección por si acaso y, en veinte minutos, si no lo ha recibido, nos vuelve a llamar.

Media hora después, el buzón de entrada de mi correo estaba más vacío que la nevera de Carpanta.
Llamada Cinco.
Diez minutos más de la misma pieza de música clásica después, hola, soy Señorita Dos, ¿en qué puedo ayudarle?
Con la consulta de Médico Dos, por favor.
¿Es para pedir cita?
No, somos viejos amigos.
Le paso.
Consulta de Médico Dos, soy Señorita Tres.
Hola, soy Mareado Trece, que llamé antes y, como no he recibido el justificante, llamo de nuevo.
Sí, ya lo he hablado con Médico Dos. Tiene usted que llamar a la secretaria de Médico Dos; ella se lo arreglará.
Eso habrá que verlo, pensé yo.

Llamada Seis.
Responde Señor Uno.
Hola, soy Mareado Trece, ayer me hice una prueba en Hospital Privado y se me olvidó pedir un justificante para el trabajo, y le llamaba porque me han dicho...
No, aquí no es, se ha confundido, esto es Floristería Uno, me dijo Señor Uno.
Ah, usted perdone, es que me ha pasado una cosa verdaderamente notable, lo he escrito aquí y no entiendo mi propia letra...

Llamada Siete.
Responde Señorita Uno, aunque en ese momento yo no sabía que era la misma Señorita Uno de antes.
Hola, llamo de parte de la consulta de Médico Dos, me han dicho que usted me podría ayudar.
¿Usted ha llamado antes, verdad?
Sí, y ya me empiezan a tener mareado entre todos, porque lo único que quiero es un justificante que diga que yo acudí ayer a Hospital Privado a hacerme una prueba.
Uy, yo si quiere se lo hago, pero vamos, que se lo hago a mano y por hacerle un favor. Los papeles que yo tengo no llevan el sello de Hospital Privado, sino de Médico Tres.
Bueno, me da igual, si yo lo único que quiero es un justificante que diga que he estado en Hospital Privado haciéndome una prueba.
Pues yo se lo hago y se lo mando por fax o lo viene usted a buscar.
¿No me lo puede mandar por correo electrónico?
No, no puedo.
Pues vaya, parece mentira que estemos en 2011...
Yo le sugeriría que llame a la consulta de Médico Dos, que es quien le podrá hacer un justificante con el membrete de Hospital Privado y mandárselo por correo electrónico.

Llamada Ocho, ya al borde de un ataque de nervios.
Estás escuchando el mismo minuto del mismo puto fragmento de música clásica, acompañándote cada uno de los quince minutos que estés a la espera. Da gracias que no sea reggaeton.
Hola, soy Señorita Dos, ¿en qué puedo ayudarle?
Por favor, ¿me pone con la consulta de Médico Dos?
¿Es para pedir cita?
No, soy su amante.
Le paso...
Consulta de Médico Dos, soy Señorita Tres.
Mire, soy Mareado Trece, que he llamado antes. Donde la secretaria de Médico Dos me dicen que son ustedes los que me tienen que hacer el justificante, que ella no me lo puede hacer, porque en los papeles que ella tiene no pone el membrete de Hospital Privado, sino de Médico Tres.
Es que Médico Tres es quien le hizo la prueba. De todos modos, si hubiera pedido el justificante ayer, no estaría pasando todo esto...
Bien, pero como eso ya no tiene remedio, me gustaría que me echara una mano, porque empiezo a estar bastante harto de ir llamando de un sitio a otro.
A ver, un segundo, que voy a hablar con Médico Dos.
Un par de minutos después, mientras yo me voy transformando en Alterado Siete, regresa Señorita Tres.
Es que aquí no le podemos hacer el justificante, porque esto es la consulta. Se lo tienen que hacer donde le hicieron la prueba.
Vale, pero es que allí me remiten a ustedes.
Es que el justificante lo tendría que haber pedido ayer...
¿Usted quiere que yo me convierta en Chuck Norris Dos? No me toque los huevos, por favor. He hablado con Señorita Uno y me dice que ustedes me lo pueden hacer y remitir por correo electrónico. Si con que me ponga la fecha de ayer, el sello de Hospital Privado y la firma de Médico Dos, me vale.
Pero es que yo no sé si usted fue a hacerse la prueba o no...
¿No tienen comunicación entre departamentos?
Pues no; claro, es que si hubiera pedido el justificante ayer, no estaríamos así.
Usted es gilipollas, ¿se lo había dicho ya o sólo lo pensaba?
Mire, tengo que colgar.
Y la muy zorra me colgó.

Llamada Nueve.
Señorita Uno, dígame.
Hola, corazón, soy el de antes, Alterado Siete. Que me dicen en la consulta de Médico Dos que me lo tiene que hacer usted
Bueno, yo se lo hago y se lo mando por fax o, si prefiere, lo viene usted a buscar aquí.
¿No hay manera de que me lo mande al correo desde el fax?
No.
Vale, pues el lunes llamaré para que me lo mande al fax de mi trabajo porque hoy ya han conseguido agotar mi paciencia.
Y efectuaré la Llamada Diez y espero que la última.

Como veis, desde los tiempos del Vuelva usted mañana de Larra, apenas ha cambiado el panorama en este país porque, si observáis atentamente, Señorita Uno es quien me va a hacer el justificante finalmente, porque el membrete que pone en sus papeles es el de Médico Tres, que es el que me efectuó la prueba y, por tanto, quien puede dar fe de que yo acudí a Hospital Privado. Si Señorita Uno hubiera querido hacer su trabajo, yo me habría ahorrado ocho llamadas y dos horas de tiempo, cabreo e indignación aparte.
Observaréis también que, mientras Médico Uno se ofreció a solucionarlo inmediatamente, Médico Dos no estaba muy por la labor. No hablemos de Señorita Tres, que encima se empeñaba en recriminarme que no hubiera pedido el dichoso justificante en el momento de la prueba que me hice en Hospital Privado.
Por cierto, he señalado en todo momento que se trata de un hospital privado porque uno de los argumentos de quienes defienden las privatizaciones es que lo privado funciona mucho mejor que lo público. Discrepo, y a la vista está.
En todo sector público existe un control que en el privado jamás habrá; lo que hay que hacer es ejercer ese control.
En el sector privado, en cambio, como se actúa en base a intereses empresariales, nos encontramos con un sálvese quien pueda que desespera e indigna mucho más, porque encima de estar pagando, te ningunean cosa mala.

Finalmente, si extrapolamos los personajes y actitudes de esta historia a lo que sucede en este país, llegamos a conclusiones abrumadoras:
- Quien debe (Señorita Uno), no quiere.
- Quien quiere (Médico Uno), no puede.
- Quien puede (Médico Dos), no quiere.
- Quien lo sufre (Paciente Uno), se desespera.
- Quien se desespera (Mareado Trece), se cabrea.
- Quien se cabrea (Alterado Siete), se indigna.
- Quien se indigna (Chuck Norris Dos), pierde los papeles y es capaz de casi cualquier cosa.

Por todas estas conclusiones y muchas otras cosas más, el Vuelva usted mañana de Larra es desoladoramente eterno y horrorosamente actual.
Y, como se suele decir, lo que te rondaré, morena, porque este país no tiene mucha pinta de querer cambiar.

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