17 de noviembre de 2012

A Bukowski, gracias por todo

¿Es Charles Bukowski un autor al que ya no se comprende tan bien pasados los 30? ¿Es un escritor exclusivo de momentos vitales depresivos? ¿Es un acompañante perfecto para la inmadurez masculina?
Estas preguntas y otras similares me rondaban por la cabeza hace unos minutos, mientras estaba cocinando. Es maravilloso eso de dejar la mente al ralentí, ocupadas el resto de funciones en otra actividad (en mi caso, la cocina), para que divague por sí misma. Hay que saber disfrutar de esos viajes, sin tomarlos demasiado en serio, ojo, que ya sabemos que la cabeza tiene malas costumbres cuando la dejamos a sus anchas: ensucia, flipa y causa estupor.

Pues en el viaje que me ha preparado mi cabecita, ha tomado como punto de partida el libro que me estoy leyendo ahora, Pulp, de Charles Bukowski, el que me faltaba por leer. Creo que, menos un par de colecciones de relatos, he leído todos sus libros. Me gustaron mucho cuando los leí, con veintitantos años, eufórico de inmadurez y mentalmente más perdido que una oveja en Ikea. Bukowski era, sin duda, mi escritor favorito, el que mejor describía mi manera de pensar y con quien más me identificaba: desesperación, resignación, cinismo, alcoholismo, frustración, machismo, violencia... todo eso se encuentra en las novelas del escritor estadounidense. Y todo eso creía yo tener en mi vida también. Bukowski, viejo zorro, ¡cómo me conoces!

Pasados los años, con la vida un poco más ordenada aunque igualmente inmaduro, leí una colección de relatos, La máquina de follar. Oye, muy mal, Bukowski; eres un tipo con muy mal gusto. No sé cómo me pudiste gustar, de verdad. O sea, fatal, tía.
¿Quién había cambiado más? ¿Bukowski o yo? Yo, claro, deduje, con mi inmadurez asintiendo a mi lado. Ahora estoy preparado para pasar al siguiente nivel. Dejemos Bukowski para los veinteañeros. Tú, un tipo intrépido que avanza con seguridad por la década siguiente, está listo para nuevos retos. El puesto de escritor favorito quedaba vacante en mi corazón.
Unos años después me he reencontrado con Bukowski en Pulp. Estoy leyendo a un escritor más sereno, más sosegado, un tipo que ha alcanzado la paz. ¿O soy yo el que está, por fin, en paz?
Supongo que más bien lo segundo.
Bukowski, viejo amigo, compañero de tantas noches, gracias por todo.

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