28 de julio de 2012

¿Bilingüismo o negocio?

Imaginemos una niña que estudió en un elitista colegio británico hace muchos, muchos años, en esa España franquista en la que sólo estudiaban en esos colegios los hijos de los ricos muy ricos.
Años después, para desgracia de muchos (entre los que me incluyo), esa niña llegó a presidenta de Comunidad Autónoma y, acostumbrada a hacer y deshacer a su antojo, algo típico de los hijos de los ricos muy ricos, aplicó eso de que "es de bien nacidos ser agradecidos" y puso en marcha un proyecto de bilingüismo en la comunidad que presidía.
Ese proyecto, en lugar de contar con los recursos públicos existentes (escuelas oficiales de idiomas y maestros funcionarios), estableció un acuerdo de colaboración con el colegio británico donde estudió nuestra querida niña.
Y además, para que su antiguo colegio tuviera todas las de ganar, redujo los recursos de las escuelas públicas y destinó mayor cantidad de ayudas a los centros privados.
Y echó a la calle a los maestros funcionarios, altamente cualificados, mientras contrataba a personas nativas, en la mayor parte de los casos sin cualificación docente y, además, vinculadas de alguna manera a ese colegio británico tan elitista.
Y para rizar un poco más el rizo, los padres de los alumnos de las escuelas públicas tenían que pagar los exámenes oficiales que, en lugar de estar homologados por los propios centros públicos, lo estaban por los privados.

Si la educación bilingüe hubiera sido el verdadero objetivo, se hubieran incrementado el número de escuelas oficiales de idiomas, reduciendo los precios para que el acceso fuera más fácil y aumentando los recursos y el personal de las escuelas públicas.
Sin embargo, no pasó eso, sino todo lo contrario, lo que da pie a pensar que se trataba, en realidad, de establecer un escenario en el que los centros privados tuvieran todas las de ganar.
¿Bilingüismo o negocio?
Más bien lo segundo, ¿no creéis?

La imagen que acompaña este artículo procede de esta página.

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