1 de mayo de 2012

Our house

Este fin de semana pasado lo dedicamos a peinar el panorama inmobiliario, para confirmar lo que habíamos atisbado días atrás: los pisos están bajando.
Hay quien pensará que los pisos están bajando una barbaridad; en realidad, ahora mismo se acercan más a su valor real, eliminado el aire con el que se habían inflado los ladrillos. Lo que era una barbaridad era el precio que tenían los pisos hace unos años. Algo que, por otro lado, todo el mundo sabe ya, aunque unos cuantos invidentes torticeros sigan negando la mayor.

El caso es que, efectivamente, después de peinar, repeinar, lavar, marcar, sanear puntas y dar tinte a todos los pisos de ésta, nuestra Comunidad de Madrid, podemos afirmar que los pisos han bajado de precio.
No todos, claro; la obra nueva sigue siendo prohibitiva. ¿Alicatan los baños con polvo de cuerno de unicornio, o es que sigue habiendo mucho estafador camuflado de promotor inmobiliario? Más bien lo segundo, ¿verdad?; tanto el unicornio como el promotor inmobiliario honrado son seres mitológicos que no existen nada más que en las fábulas.
En cambio, el mercado inmobiliario de segunda mano se acerca más a los niveles adquisitivos de una pareja de mileuristas como la que formamos mi señora y yo. Un nivel realista y controlado, por supuesto; no somos de los que gastamos más de lo que tenemos. Nuestro límite no se sube, por mucho que el banco nos tiente con estampitas.

El banco, por cierto, capítulo dos de la adquisición del piso.
Hace poco más de un año, con las mismas condiciones laborales que tenemos en la actualidad, nos decían que sin problema, lo que quisiéramos, pedid más, que vosotros podéis, Fernández, champán para los señores, ipso facto.
Ayer, en cambio, a mi chica le torcieron el hocico. ¿Funcionaria interina, dices? Uy, jodido. Traednos vuestras nóminas, los contratos, la vida laboral, dos raíces de mandrágora, la sangre de dos bebés recién nacidos y ya veremos qué pasa.
Y no penséis que estamos hablando de una cantidad importante de dinero, eh. Parece que no hay mucho que hacer: el grifo está cerrado. ¿Pero no se les había inyectado dinero público con la condición de que concedieran créditos a los ciudadanos?

La situación, por tanto, es complicada. El capítulo uno de la búsqueda de piso, elegir la casa, lo tenemos casi decidido. Ayer fuimos a ver tres y las dos últimas nos sobraron. De la primera salimos con una impresión magnífica: todo encajaba.
Los padres de mi chica nos aconsejaron mirar más; también mi madre. Ya hemos mirado más y el resto es caca, con contadas excepciones. No vamos a patearnos las calles si internet nos ofrece la información que necesitamos. Las opciones que tenemos en mente o, en el correo electrónico, mejor dicho, están en torno a cinco.
Será difícil, sin embargo, superar la impresión del primer piso que vimos.
¿Por qué ese miedo a que lo primero que ves, pese a encajarte en todas tus necesidades, pueda ser superado por lo que está por venir?
De acuerdo que una casa no es una camisa y no se puede comprar siguiendo un impulso, pero también hay que tener claro que una buena oportunidad es siempre una buena oportunidad, independientemente de que sea la primera o la trigésima alternativa.

La imagen que acompaña este artículo procede de esta página

No hay comentarios: