30 de septiembre de 2011

El increíble hombre menguante

Año de producción: 1957
Duración: 81 minutos
Director: Jack Arnold
Productora: Universal Pictures
Guión: Richard Matheson

Una pareja navega en un pequeño barco. Mientras ella entra en el camarote para coger unas bebidas, él espera en la cubierta. De repente, una extraña niebla cubre el barco, introduciéndose en los pulmones de él. Tras unos instantes, desaparece con la misma rapidez. Pocos días después, los efectos de la niebla comienzan a aparecer: va menguando poco a poco.

Veredicto del Sobaco: qué lejana queda ya esta época del terror nuclear, ¿verdad? Monstruos mutantes que amenazaban a la humanidad o, como en este caso, nubes tóxicas que provocaban todo tipo de efectos perniciosos. Menguar hasta un tamaño en el que un alfiler se convierta en una lanza es sólo uno de los efectos que la nube (¿nuclear o simple polución?) provoca en el protagonista de la cinta. Poco importa el origen de la nube en la ficción, pues lo verdaderamente inquietante es que a día de hoy, en la realidad, mientras respiramos mierda pura, poca gente se preocupa por ello. En una de sus reflexiones finales, el protagonista menguante da con la clave: ¿vendrán otras nubes tóxicas y entonces yo seré el primer representante del ser humano del futuro? Sí, hijo, sí. Vinieron muchas otras nubes tóxicas y nos las respiramos todas; el ser humano del futuro (es decir, nosotros), malvive como puede, mientras quienes las provocaron cuentan los billetes ayudados por los que las permitieron. El terror nuclear se hizo real y, poco a poco nos está matando a todos.

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