Cuando no se tiene nada mejor para limpiar las gafas, usar el propio vaho y la camiseta que llevamos puesta es una solución de lo más socorrida.
Y si no conseguimos eliminar todas las manchas, siempre podemos lamer los cristales.
Eso sí, no lo hagáis después de haber comido, por ejemplo, un trozo de pan.
Dejas las gafas en la mesa y, minutos después, voilà, crunchy glasses.
Toda una experiencia.
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