Hora punta.
Cualquier día de la semana.
Andén de cercanías de la RENFE con sentido Las Rozas-Villalba.
No cabe ni un alfiler.
Frecuencia de los trenes: 15 minutos. Sin averías (harto frecuentes) ni interrupciones excepcionales (excepcionalmente habituales), claro.
En el andén de enfrente, misma línea, con sentido Atocha.
Cuatro gatos mal contados.
Cuando llega el tren, los vagones con sentido Las Rozas-Villalba van a reventar.
Hay días en los que no hace falta ni agarrarse: es imposible caerse de tan apretados que vamos.
Los otros, así a ojo, con más de diez asientos libres por vagón.
En coche, en cambio, la situación es la inversa.
Carretera de La Coruña, hora punta, con sentido Villalba, cuatro gatos. Con sentido Madrid, no hay billetes.
Por cierto, casi todos los coches que se dirigen a Madrid van ocupados por una única persona.
Datos objetivos:
1. Quienes vamos a esas horas con sentido Villalba somos los que trabajamos por la zona.
2. Quienes van a Madrid son los que residen por Villalba, Galapagar, Las Rozas, Majadahonda, Torrelodones, Pozuelo... gente, por cierto, con alto poder adquisitivo y votantes, en su mayoría, del PP.
Los que cogemos el transporte público lo hacemos por diferentes razones. En mi caso, por un doble motivo.
1) Voy más cómodo y, sobre todo, más tranquilo que en coche y, 2) como tardo lo mismo, contamino menos yendo en transporte público.
Ahora bien, yo me pregunto, porque soy un retorcido de tres pares de narices, ¿cuántos de los pijos que viven por la Carretera de La Coruña y que se meten en su coche todas las mañanas estarían en mi misma situación y, en cambio, eligen la opción más contaminante y más estresante?
La imagen que acompaña este artículo está tomada de esta página
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