22 de marzo de 2011

Chinos que vigilan desde sus tiendas

Entras a una tienda de chinos e, invariablemente, te sigue uno de ellos.
Da igual que pretendas comprar o robar, ellos te siguen.
Y no les bastan las videocámaras instaladas en el local, no; ellos lo tienen que comprobar con sus propios ojos.
Uno te vigila desde la caja, atento a las pantallas; con un ojo pendiente de ti, con el otro, sigue la telenovela.
El otro te hace un marcaje zonal: no te agobia, pero te sigue.
A veces piensas que le has despitado pero no, ahí asoma, entre el bosque de palos de escoba.

Hay quien piensa que lo hacen por desconfianza.
Yo voy un poco más allá.
A ellos les da igual que robes, igual que no les importa vender o no.
Su objetivo es conocer la sociedad occidental y estudiar sus hábitos de consumo.
Y pensamos que son simples tenderos.
Una leche.
Son sociólogos, antropólogos culturales, psicólogos, etólogos y, en sus ratos libres, filósofos.
Lo que pasa es que lo disimulan muy bien.
Y cuando nos queramos dar cuenta, dominarán el mundo y será tarde.
Si no lo es ya, claro.

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