Aparco.
Me bajo del coche y, tras caminar unos pasos, me viene la eterna pregunta a la cabeza: ¿he cerrado?Me detengo indeciso, sabiendo que he cerrado y que las dudas son sólo producto de mi imaginación.
Bailo la yenka con las llaves en la mano:
- Sí he cerrado, sí. (Izquierda, izquierda...)
- Espera, ¿seguro que he cerrado? (Derecha, derecha...)- Que sí, hombre, que sí, seguro que he cerrado. (Adelante...)
- Buff, es que no me acuerdo, mejor voy a comprobarlo. (Detrás, un, dos, tres...)Y regreso al coche para comprobar, invariablemente, que sí lo he cerrado.
¿Qué me pasa, doctor?Mientras me cuestiono, de camino al trabajo por segunda vez en menos de cinco minutos, no puedo evitar sonreír al ver a otro ser humano que, llaves en mano y mirada perdida, baila la yenka con una muda pregunta reflejada en su rostro.
¿He cerrado?
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