19 de enero de 2011

Un mundo feliz

Un mundo feliz.
Título original: Brave new world (1932).
La siguiente reseña corresponde a la 5ª edición de Junio de 1999.
Editorial: Plaza & Janés.

Aldous Huxley plantea una sociedad futura en la que los seres humanos ya no nacen, sino que son fabricados en serie, en función de las necesidades de la misma.
Desde los obreros sin cualificar hasta los mandatarios mundiales, todos salen de la cadena de montaje, debidamente condicionados para convertirse en réplicas sin personalidad propia cuyo único afán es la diversión, el consumo y el sexo.

No hay sentimientos ni responsabilidaes.
En la sociedad de Utopía se han eliminado las individualidades.
Nadie se preocupa por nadie y, sin embargo, todos dicen ser felices; y cuando no lo son, recurren al soma, droga sintética que les hace desterrar los malos pensamientos.
¿Cómo reaccionará esta sociedad tan impersonal cuando uno de sus integrantes comienza a tomar conciencia de sí mismo y empieza a plantearse su propia individualidad?

Veredicto del Sobaco: inquietante y turbadora, hoy; profética y visionaria, ayer. Un mundo feliz es un relato que en su momento pertenecía a la ciencia ficción y que ahora encaja mucho mejor dentro de la crónica cotidiana. El paralelismo de la sociedad de Utopía con la nuestra es tal que dan náuseas. Superficialidad, inmadurez, consumismo y hedonismo son los cuatro pilares sobre los que se sustenta la sociedad del libro de Huxley, coronados por un estricto control por parte del sistema, que proporciona distracciones infantiles o anestésicos artificiales para que los consumidores (o clientes, o viajeros, o pacientes, pero nunca más ciudadanos) puedan evadirse de la realidad. ¿Os suena familiar, verdad? Sí, detrás de mi ventana también está este mismo cuadro. Un mundo feliz, un libro imprescindible. Leedlo ahora que podéis, antes de que lo prohiban.

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