30 de diciembre de 2010

La historia de Don Aburrido

"Me aburro", decía mi sobrino de 6 años.
"Es imposible que te aburras, nadie se aburre en 30 segundos...", respondió mi chica, que es cinturón negro a la hora de tratar con niños, pues es maestra jedi de infantil.
"¿Tú quieres ser como Don Aburrido?", pregunté yo.
"¿Y quién es Don Aburrido?", se interesó mi sobrino.
Y ahí comenzó la historia de Don Aburrido.

Don Aburrido era un tipo gris que cada minuto decía que estaba aburrido. Todos los días se aburría. Y todos los días lo decía. Cada minuto de cada día. Al final, Don Aburrido se quedó sin amigos, porque sus amigos se aburrían de escucharle decir siempre lo mismo.
Y Don Aburrido se quedó, poco a poco, solo.
Sin embargo, él seguía con lo mismo. Cada minuto de cada día acudía fiel a su cita con su frase favorita: "me aburro".
Nada le entretenía, nada le ilusionaba, nada le mantenía ocupado.
Aburrido y gris era también su trabajo, en Hacienda, rodeado de números aburridos que bostezaban a cada minuto.
Y él los miraba y se aburría cada día más.
Don Aburrido llegó a aburrirse tanto que un buen día decidió dejarse crecer el bigote.
No funcionó y siguió gris y aburrido.
Entonces Don Aburrido entró en política; y era tan aburrido aguantarle que nadie quería estar con él, por lo que llegó a ser presidente del gobierno.
Mientras desempeñaba el cargo, sucedió lo impensable: Don Aburrido se divirtió.
Ocurrió en las Azores, cuando Don Aburrido se juntó con otros niños que eran igual que él, y se entretenían ordenando que bombardearan a otros seres humanos.
Sin embargo y afortunadamente para los demás, la diversión de Don Aburrido no duró mucho.
La gente se aburrió de él y dejó de ser presidente.
A Don Aburrido le abandonó hasta su bigote, que se fue marchando pelo a pelo.
Pero él seguía igual, aburrido y gris.
Encontró cierto consuelo en la botella, aunque tampoco mucho, las cosas como son.
A día de hoy, Don Aburrido sigue aburrido y gris, con el bigote pelao y solo y abandonado como un juguete pasado de moda.
"¿Tú quieres ser como Don Aburrido?", le pregunté a mi sobrino.
"Noooo", me respondió, con carita de asustado.
Normal.
¿Quién, en su sano juicio, querría ser como él?

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