Cuando a los fascistas se les lleva la contraria, estos siempre responden de la manera más agresiva posible, llegando hasta el asesinato cuando pueden, dado que la ley siempre les ha protegido, exonerándoles de toda culpa y convirtiéndoles en iconos para la siguiente generación de fascistas.
Sus respuestas han variado desde las hogueras a las balas, pasando por los palos y las torturas más espeluznantes, hasta llegar al dedo medio de la mano izquierda del mejor amigo de Yorch.
Ánsar, ese trágico error en la historia de la Anti-Democracia de España, pasea su melena castor, su bigote depeluchado y su fascismo efervescente, por todos los escenarios donde le convocan, exhibiendo sin vergüenza su soberbia de cacique bananero, soltando barbaridades por esa boquita sin que un sólo juez de este país le encierre de por vida por sus constantes delitos de terrorismo contra esta democracia en la que él, como buen fascista, nunca ha creído.
Este personajillo, que ha logrado ser más lamentable como ex presidente que como presidente, sólo merece ser recordado por todos sus grandes éxitos.
Después de volver a disfrutarlos, sólo queda desearle, como siempre que aparece en nuestras vidas, la peor, más lenta y dolorosa forma de muerte.
De todo corazón.
Al fin y al cabo, es lo mismo que él nos desea a todos los que no pensamos como él.
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