6 de diciembre de 2010

La educación no es un negocio

En la escuela infantil Pío Pío de Alcobendas, inaugurada con todas las fanfarrias habituales por la apandadora ultraliberal que caciquea en la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, no hay agua caliente ni calefacción.
Aunque la construcción de la escuela se hizo con dinero público, la gestión, como el 99% de todo lo que se construye con dinero público en esta región, está en manos de una empresa privada, en este caso llamada Gestión de Empresas Urbanas.

¿El resultado? El habitual en las empresas privadas: la optimización de recursos, como ellos lo llaman. Traducido al lenguaje coloquial, la búsqueda de beneficios por cualquier medio, legal, paralegal o ilegal si hace falta.
¿La consecuencia? Trabajadores que ven reducido su sueldo, maestros con triple titulación contratados con sueldos y condiciones (leoninas, por otro lado) de educadores que, además, deben adquirir de su propio bolsillo el material para los niños (juguetes, cartulinas...) porque la empresa que gestiona está más ocupada contando los billetes que se lleva de más al ofrecer un servicio de catering, por ejemplo, que sirve gusanitos como guarnición del plato principal (es sólo un ejemplo, real, pero sólo uno de los tantos que se podrían poner).

Y encima uno tiene que escuchar a los neoliberales eso de que la empresa privada gestiona mucho mejor que la pública.
Sí, para sus intereses particulares, seguro que sí.
La educación, sin embargo, como la Sanidad o el Transporte, no es un negocio.
O al menos no lo era antes de la llegada de esta apandadora desalmada a la Comunidad de Madrid.
¿Seguiremos tragando sin reacionar?
¿Cuántos derechos más hace falta que nos recorten para que espabilemos?

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