De todos modos, y tratando de ser objetivo, esta colección de relatos no pasa del aprobado justito porque, aunque me quede con un par de ellos en el que se degusta al mejor Bukowski, crítico como pocos con la sociedad burguesa, también recuerdo unos cuantos que tuve que saltarme por inapropiados.
Y que conste que mi estómago no es especialmente sensible a la literatura fuerte.
Veredicto del Sobaco: aunque parezca el mismo, el Bukowski que uno lee siendo soltero y teniendo veintitantos, no es el mismo escritor que uno lee con treinta y alguno y conviviendo con la mujer a la que ama. Como decían Martes y 13, "eh lo mismo, pero no éh iguá". Bukowski ya no es igual de interesante, ni uno se identifica tanto con sus discursos más o menos resentidos. En cambio, sigue admirando ese espíritu crítico presente en buena parte de su obra. Qué pena que abunde más lo otro, al menos en La máquina de follar.
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