La pseudo-vida de un café a medio llenar es similar a la que uno experimenta cada mañana cuando suena el despertador.
Con esa reflexión me he despertado hoy, sorprendido a la par que somnoliento pues el pensamiento me ha venido a la cabeza en el tiempo que ha tardado mi mano en llegar al despertador y apagarlo suplicando cinco minutitos más de sueño reparador.
Pero claro, con ese inicio de pensamiento rondándome por la cabeza, me ha sido imposible retornar a los plácidos brazos de Morfeo.
Y sin embargo, el pensamiento no avanzaba, seguía ahí, en ese estado de pseudo-vida, tan paradójico en él, sin arrancar pero tampoco sin parar.
Confié en que la cosa creciera, igual que un octogenario cuando pretende practicar el sexo pero nada, la cosa seguía igual de mustia, un simple buen intento, pero de ahí no pasaba, exactamente igual que en el caso del octogenario anterior: muchos apuntes, pocas nueces.Con esa reflexión me he despertado hoy, sorprendido a la par que somnoliento pues el pensamiento me ha venido a la cabeza en el tiempo que ha tardado mi mano en llegar al despertador y apagarlo suplicando cinco minutitos más de sueño reparador.
Pero claro, con ese inicio de pensamiento rondándome por la cabeza, me ha sido imposible retornar a los plácidos brazos de Morfeo.
Y sin embargo, el pensamiento no avanzaba, seguía ahí, en ese estado de pseudo-vida, tan paradójico en él, sin arrancar pero tampoco sin parar.
Me acompañó el mismo pensamiento durante la ducha y el trayecto en Metro.
También durante el camino hasta el andén del cercanías y mientras traqueteaba en el vagón hasta la estación cercana a mi trabajo.
Estuvo presente en el paseo hasta la mina y en los 10 minutos que tardo en prepararme y venir aquí, a vuestra casa.
Y aquí sigo, pensando que el pensamiento hubiera podido ser un gran presagio si hubiera tenido algo más que aportar pero veo que mi cabeza sigue sin funcionar pasados los primeros cinco minutos de inspiración accidental.
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