¿No os ha pasado en alguna ocasión que, mientras veis un partido de fútbol en el que teóricamente, os da igual quién gane, descubrís de la manera más inesperada que, en el fondo, sí queréis que gane uno de los dos?
Pues eso me pasó a mí cuando puse la segunda parte del partido que enfrentaba al Madrid y al Lyon, correspondiente al partido de vuelta de los octavos de la Champion's.
En principio, se trataba de un partido que ni me iba ni me venía.
A mí lo que me ha gustado siempre ha sido el buen fútbol. Paradójicamente, soy del Atleti.
Sin embargo, ello no ha impedido que disfrutara con el Madrid de la Quinta del Buitre, el Barcelona de Cruyff, la Holanda campeona de Europa en el 88, el Zaragoza que ganó la Recopa con aquel golazo de Nayim, la selección brasileña del Mundial de 1982, la España de Aragonés, el Celta del primer año que estuvo Víctor Fernández, algunos partidos del Atleti del doblete, otros más del Arsenal de Wenger o el Barça de Guardiola, por citar unos cuantos ejemplos que, por edad, han sido los que más me han impresionado.
Y de repente, el Lyon marcó el empate a 1.
Y yo lo celebré.
Y me dije "anda, coño, voy con el Lyon, qué cosas".
O mejor dicho, voy contra el Madrid.
Contra este Madrid, aún mejor dicho.
Contra este Madrid soberbio y prepotente que ha creado Florentino a su imagen y semejanza.
Este Madrid que, a partir de octavos, verá todos los partidos desde casa.
Porque el dinero no lo es todo, querido Floren.
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