¿Quién no ha pronunciado alguna vez una frase del estilo "les voy a meter una denuncia que se va a cagar la perra"?
Reflexionaba esta tarde sobre la verdadera utilidad de esa frase y otras similares ya que, en realidad, quienes podrían tener la autoridad para hacer cumplir esa amenaza, jamás sufren el trato vejatorio que sufrimos los mindundis.
Por mucho que lo intente, no puedo imaginarme a un, por ejemplo, Ministro de Fomento guardando cola en cualquier aeropuerto de la piel de toro para rellenar un formulario con el que supuestamente, podrá reclamar la pérdida de su maleta, si y sólo si, ésta se ha producido en una noche de luna llena y, al cortarle el pescuezo a tres gallinas pardo-moteadas, la sangre se ha vertido en el suelo formando un dibujo similar al del Cobi de Mariscal.
Ese supuesto Ministro sí podría plantarse en el mostrador diciendo eso de "o me solucionan esto, o aquí se monta la de Dios".
Pero claro, a ese Ministro jamás le perderán una maleta.
Y por eso, cuando nosotros, los parias de la tierra, legionarios famélicos y demás gente de mal vivir, pretendemos asustar al personal con nuestras amenazas de cerrar el chiringuito, ellos se descojonan en nuestra cara.
Como siempre hacen, vaya.
¿Por qué iba a ser diferente esta vez?
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