Compañera (nos llámamos así entre nosotros, y deberíais probarlo, porque mola mucho), toma nota de los datos del asegurado, para prestarle la asistencia.
El asegurado más vasco no podía ser, tanto por el nombre como por el acento.
La compañera de las grúas me pregunta, después de apuntar con dificultad su nombre, si el asegurado habla castellano.
Sí, hija, sí, lo único que le pasa es que es vasco.
Podéis ir sin miedo, que seguro que no os muerde.
Bueno, al menos no mucho.
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