17 de junio de 2009

Un deseo para el Tío Paco

Que los gitanos aclamen a un político debería ser motivo más que suficiente para que cualquier juez con un mínimo de sentido común (lo cual es mucho pedir) ordenara una investigación exhaustiva del popular pájaro (uy, qué sutil que he estado ahí).
Ahora bien, cuando el político jaleado resulta ser un estafador fascista que sólo se acuerda de los principios democráticos cuando mira qué es lo que está pisando, uno desearía que la maravillosa escultura viviente que crearon los italianos hace muchos años, Un final feliz, se pudiera ver de nuevo, de gira por la Valencia del Tío Paco.

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