Estaba en Marbella, esa ciudad en la que la honradez es una forma de vida, mucho antes de que estallara toda la burbuja de corrupción. Todo el mundo sabía lo que se traían entre manos los mangutas que ocupaban la alcaldía pero nadie hacía ni decía nada. Después, cuando la mierda salpicó a todo bicho viviente, mucha gente se llevó las manos a la cabeza. "Hay que ver, Mari Puri, yo nunca lo hubiera pensado". Claro que no. Y por el mar corren las liebres. Así somos en este país, especialistas en mirar para otro lado cuando existe la posibilidad de que nos carguen algún muerto.
Pero bueno, no nos hemos reunido aquí para escuchar una chapa política. Se trataba de una mera contextualización espacio-temporal. O como se diga.
Pues ahí estaba yo, en la terraza del piso donde pasábamos el verano, charlando con la amiga de uno de los colegas con los que me había ido. No es que nuestro grupo fuera mixto, rollo Sensación de Vivir, no. Nosotros éramos tres, tres súper machos ibéricos (sic), dispuestos a conquistar a todas las guiris de Puerto Banús. Un buen día, nos acercamos a Benalmádena para ver a las amigas de uno, que veraneaban por allí. A la mañana siguiente, así como quien no quiere la cosa, recibimos una llamada. "Oye, que en vez de volvernos para Madrid, nos vamos con vosotros a pasar unos días". Y nuestro plan de arrasar con la colonia británica se fue al garete. Entre nosotros: así pudimos tener una excusa perfecta para nuestro fracaso con las guiris, porque el plan se hubiera ido al garete sí o sí.
El caso es que una noche que no me apetecía salir y mi plan era quedarme hasta las tantas sentadito en la terraza como Don Gato leyendo un libro, una de las chavalas decidió que también se quedaba conmigo. Si me hubiera pillado unos años antes, me hubiera relamido las pezuñas pensando en que, una vez más, mis encantos la habían seducido. Afortunadamente, mis amigas de la facultad ya me habían enseñado cuatro cosas sobre mujeres y ya no pensaba que cualquiera que se me acercara lo hacía con intenciones de follarme. Ahora sólo lo pensaba del 99% de las que se me arrimaban.
Tuvimos una conversación muy agradable, charlando de todo con mucha naturalidad. En esos momentos uno aún se sorprendía de que se pudiera hablar con una tía sin tener como objetivo el retozamiento horizontal (sí, niños, es posible y, a veces, súmamente reconfortante). Era una muchacha lista, con conversación, simpática y con su dosis de atractivo. Entonces llegamos a la conversación sobre los otros. Sobre mis colegas con los que compartía piso. Habló de uno, el que supuestamente era más guapito. Que si se lo tiene muy creído, que si está muy subidito, que si vaya chulito que es, que si tal y que si cual. Yo le daba la razón. Otra cosa hubiera sido mentir. Estuvimos hasta las tantas de charla, hablando de más cosas, claro. El resto de los habitantes del piso llegó de juerga y nos fuimos todos a la cama.
Un par de noches después, salimos todos por ahí. La misma muchacha que había estado hablando del chulazo y de lo poco que le gustaban los tíos así, estaba babeando alrededor de él. La verdad, no me sorprendí. Ya había escuchado esa conversación muchas otras veces. Y también había visto esa película otras tantas. Una tía aparentemente inteligente y espabilada terminaba en las redes del primer chuloplaya por mucho que despotricara de él.
Como decía una amiga de la facultad, el chulazo siempre vende. Sería eso.
O más bien, sería que teníamos veintipocos y nuestras teorías y dignidades se nos iban al carajo cuando nos subían las hormonas.
Lo que ya no es tan comprensible es que, a día de hoy, con una década de diferencia, la película siga siendo casi la misma.
¿Será que, por mucho que evolucione la especie humana, el chulazo nunca pasará de moda?
2 comentarios:
Depende del chulazo, pero básicamente sí.
Sólo hay que ver OT.
Que siempre gana el que peor canta pero más chungo es.
El que mejor canta no.
Eiii aupa!!! ¿Nos conocemos? Soy el administrador (que bien queda decirlo)de http://elsolardedeusto.blogspot.com y al ver que tenía varias visitas de tu blog he entrado y me ha gustado jeje.
No sé, tenemos una forma parecida de escribir ¿no? Ambos blogs despiertan ese buenrollismo que no sabemos de dónde sale, pero sale...
¡¡Mantendremos el contacto!!
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