Escenario: comisaría años ochenta, colores grises y apagados.
Un capitán de policía negro sentado en su despacho mira de manera desencajada al inspector Toni Lewis.
"No puedes pelear por tu cuenta saltándote las reglas, no estamos en un puto campo de tiros ni es el jodido Irán"
(En los 80 se sucedieron las famosas guerras Irán-Iraq)
Toni Lewis, latino moreno y aire chulesco responde impertérrito:
"Capitán, no voy a dejar que los jodidos convencionalismos se interpongan en mi camino de cazar criminales"
"No me das otra opción: tu placa y tu pistola"
Toni Lewis, de manera seca y contundente, deja encima de la mesa del capitán la placa y la pistola.
"No echaré esto de menos"
Toni Lewis sale del despacho, cerrando con un portazo.
El capitán se queda a solas, suspirando, saca de un cajón una petaca de whisky dándole un largo trago.
"Como policía era un asco pero no había cazador de criminales como él"
Lewis, de camino a la salida, se para a atarse un zapato, apoyando el pie en una silla. Sube ligeramente el pantalón y saca una pistola, que amartillea.
Se aleja de la comisaría, gira la cabeza y echa un último vistazo. Vuelve la cabeza, saca de su bolsillo un pitillo raído y distraídamente, le da una calada, al tiempo que dice:
"Ya no aceptaré órdenes, a partir de ahora, yo soy la ley".
Fundido a negro.
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