28 de abril de 2008

Abrigos de pelo de polla

He ido al baño para mear pero no me salía nada, ni una gota, oyes. Supongo que la culpa la tiene esta noticia. Vale, no es muy reciente y además, está en inglés pero, queridos míos, me ha dejado patedefuá (Pérez-Reverte dixit).
He visto la luz.
Resulta que una pareja de británicos a la que se le habían muerto las mascotas, dos perros en concreto, y como los echaban mucho de menos (pero mucho, mucho), se han dedicado a recolectar pelos de los susodichos para hacerse un par de abrigos.
Tócate la flauta, corneta.

Por partes.
La recolección de los pelos la han hecho en su propio domicilio. Vamos, que mis primos no son muy aficionados a pasar la aspiradora. Conozco mucha gente que tiene un nivel de tolerancia con respecto a la mierda sorprendentemente alto pero una cosa es una cosa y seis son media docena.
Una cosa es que cuando uno abre la ventana del dormitorio para ventilarlo (de verdad, no pasa nada por hacerlo, la exposición al aire fresco, si no supera los 5 minutos al día, no supone un riesgo para la salud), de debajo de la cama salga una pelusa que, a modo de planta rodante de las de las pelis del oeste, cruce nuestro zulo a ritmo de la banda sonora de "La muerte tenía un precio".
Eso es una cosa y nos pasa a todos.

Ahí estamos hablando de un nivel de tolerancia con la mierda bastante normal.
Eso sí, cuando el tamaño de la pelusa es tal que no cabe debajo de la cama, conviene preocuparse e ir marcando el número de la Guardia Civil.
O bien, acudir a la nevera y buscar algo de comida para intentar domesticarla.
Después, podemos elegir un nombre para nuestra nueva compañera (siempre he pensado que Sandy sería un nombre perfecto para una pelusa doméstica, aunque Patiño últimamente gana muchos enteros) y enseñarle a que nos traiga el periódico y las zapatillas.
Pero eso sería otra historia, mucho más interesante que la que nos ocupa, pero otra historia.


Mi querida pelusa Patiño posando con un elegante vestido confeccionado con la tela que sobró de hacer unas preciosas cortinas

Cuando el número y tamaño de las pelusas llega a tal magnitud que necesitan cuarto propio y alguien que las acerque el sábado por la mañana al IKEA para redecorar la república independiente de su casa, uno tiene una capacidad de convivencia con la mierda bastante alto.
Imagino que los británicos serían de esos.
Si no, no consigo explicarme cómo han conseguido rescatar tal número de pelos de perro de las alfombras y moquetas que les haya permitido elaborar estas prendas tan súmamente elegantes y discretas.
Pensando un poco, uno llega a una teoría.
Horrible y asquerosa, por cierto.
En las Islas tienen una costumbre muy particular y es la de colocar moqueta en el cuarto de baño.
Ya sabemos que la moqueta es el mejor amigo del pelo suicida, así que los británicos tienen en su propio suelo un vivero de pelos para hacerse no sólo un par de abrigos, sino una línea de moda entera.
Nuestra querida pareja protagonista, con toda probabilidad, habrá recurrido a la cosecha de pelo presente en la moqueta para confeccionar estas prendas.
¿Qué cantidad de pelos de polla (o de coño) habrá en esos abrigos?
Os dije que la teoría era asquerosa.

Eso sí, se trata de una teoría que gana peso, ya que los peleteros visionarios afirman que son unas prendas que, cada vez que se lavan, se vuelven más suaves.
Pues como los pelos de polla.

En cualquier caso, independientemente de la cantidad de vello púbico presente en esos abrigos, los británicos protagonistas de esta idea revolucionaria (yo le veo mucho futuro) afirman que el ideote (no tiene otro calificativo) lo sacaron de una foto de Lady Di en la que salía con una prenda de pelo de perro.
Una razón más para apoyar la república. ¿Veis el daño que hacen las monarquías?

De todos modos, veo mucho futuro en esta idea, como os decía.
Pero no en la confección de prendas hechas con pelos de perro, cosa que me parece una marranada. Además, ellos nunca lo harían.
El futuro está en los abrigos de pelo de polla. O de coño, que viene a ser lo mismo.
Y llegados hasta aquí, ¿por qué no ir un poco más allá?
¿Por qué limitarse a los abrigos, pudiendo crear una línea entera de productos confeccionados con vello púbico?
Jerseys, camisas, pantalones y, sí, queridos míos, también ropa interior.
Así mataríamos dos pájaros de un tiro y nadie tendría que volver a preocuparse de la depilación.
Ni siquiera de cruzar las piernas cuando se lleve falda.
¿Lleva bragas o no?
Fijaos, hasta fomentamos el erotismo.
Todo son ventajas, queridos míos.

Tenemos una ilimitada cantidad de materia prima para crear prendas de abrigo, calentitas y suaves (ya lo dicen los británicos y allí hace un frío del carajo, así que saben de lo que hablan).
Se acabó el negocio de los abrigos de pieles.
Ya sólo mataremos crías de foca por el mero placer de hacerlo, pero nadie se escandalizará porque lo hagamos para vestirnos.
La revolución en el mundo de la moda ya está aquí.
¡Qué suave!, ¿es nuevo?
No, es de pelo de polla... de mi propia polla.

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