En una de esas incesantes idas y vueltas a la que mi vida de emigrante me está acostumbrando, pude ver esta película. Es lo que tiene la imposibilidad de cambiar de canal. Uno ve cosas que, de otro modo, jamás hubiera visto.
El hombre del año es una comedia o, al menos eso pretende, sobre la influencia de los medios de comunicación en la sociedad actual, de tal modo que un cómico que presenta un programa nocturno de sátira política termina convirtiéndose, no sólo en candidato, sino en presidente de los Estados Unidos.
La película aprovecha al máximo el histrionismo de Robin Williams que, con sus mil gestos y giros de voz, construye un personaje relativamente creíble. Dentro de las posibilidades del bueno de Robin, que no son muchas, claro está.
Veredicto del sobaco: medianamente entretenida, si uno no tiene nada mejor que hacer aparte de dejarse crecer el pelo y las uñas. Parafraseando al doctor que atiende a Norbert en la primera parte de Agárralo como puedas, "la puntuación de esta película sería de un 5 sobre de 10... pero sólo en una escala del 1 al 1000".
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