
La novia de uno de mis amigos (éste sí lo es), le preguntó a éste si estaría abierto un bar para tomar algo, porque la muchacha se había quedado con hambre. En ese momento, el de las perlitas hizo una de las suyas.
"No te preocupes, que si te has quedado con hambre, seguro que, cuando lleguéis a casa, te da algo de comer", acompañando la supuesta frase cómica (él es el único que no sabe que la gracia la tiene donde amargan los pepinos) de un guiño de ojos, por si no había quedado suficientemente clara.
Yo, que iba detrás, encendiéndome un pitillo, me quedé congelado, y no sólo por el frío que hacía. Pensé que, si la frase se la dice a mi chica, le falta España para correr. Y no sería yo el único que le persiguiera. Ella lo haría también.
Orgulloso de su hilaridad, sólo comparable a la de Los Morancos (al haber nacido más al norte de Despeñaperros no capto la sutileza de su humor), el muchacho se marchó para casa.
Lógicamente, la frase nos dio para un par de horas de conversación. Porque, eso sí, con estas perlitas nunca te quedas sin tema para hablar. Algo bueno tenía que tener.
Y dije yo, y repito hoy, ¿qué pasará cuando la chavala con la que lleva un par de semanas dándose besitos empiece a conocerle de verdad? Porque, al final, la naturaleza de uno acaba saliendo.
Pues eso, concluímos. Que más dura será la caída. Como la de todos los que se creen algo sin serlo. En este caso, graciosos.
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