
Éramos jóvenes, adolescentes, rebeldes y muy punkis. Y bien orgullosos que estábamos de ello. Bueno, lo de que éramos punkis se refiere a la actitud porque crestas no se veía ni una. Más bien melenas y camisetas de los Maiden, pero bueno, tanto monta.
El tiempo, como siempre, pasó de manera inexorable y, aunque las mochilas siguen llenas de garabatos, las estrellas de los coches brillan por su ausencia.
Ahora, si quieres esa estrella, tienes que comprarte el coche porque el símbolo está soldado a la carrocería.
Antes todos podíamos llevar un pedacito de high society con nosotros. Ahora ya no.
Hay que joderse.
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