No sé si el hecho de habernos clasificado para la UEFA es algo bueno o no. Como si no tuviéramos bastante con sufrir cada domingo ahora, además, lo hacemos entre semana. Sí, queridos míos, me estoy refiriendo al Atleti.
Y eso que, este año, como todos desde hace unos cuántos, parece que la cosa es diferente. Que esta vez va de verdad. Que no nos van a poner el caramelo en la boca para luego darnos una bofetada en el hocico. Que sí, coño, que este año la liamos.
Lo grande del caso es que, después de cada final de temporada, me planteo si de verdad sigue mereciendo la pena, si no sería más fácil tomar cada día un poco de lejía. El resultado sería el mismo, dejar de fumar pero, estoy convencido, con la opción de la lejía me ahorraría sufrimientos. Porque las canas no me quedan tan bien como a George Clooney. Ojo, no he dicho que me queden mal.
Pero volviendo al tema, es decir, a los responsables de mis canas, este año están consiguiendo que recupere la fe que nunca perdí. Fe futbolística, se entiende. De la otra no me queda nada.
En cuanto Aguirre mande a Pernía a escardar cebollinos, mi fe en este quipo será completa. O todo lo completa que puede ser la fe de un atlético hastiado de tanta mediocridad (Torres aparte, of course). O sea, como casi todos.
En un ratito, primer partido de la fase de grupos de la UEFA, ante el Lokomotiv en Moscú. ¡Temblad, bolcheviques, que llegamos los indios!
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