25 de octubre de 2007

“Chacal” de Frederick Forsyth


Mi pasión por la literatura se remonta hasta donde puedo recordar. Iba a poner “desde que tengo uso de razón” pero, seamos francos, de eso no tengo mucho. Ni razón, ni uso. El caso es que, aunque llevo leyendo todo tipo de libros desde que levantaba dos palmos del suelo, nunca me habían llamado la atención las novelas de espías.

Y es curioso, porque crecí rodeado de ellas. Bueno, y de otro tipo de libros también, claro está. Pero a mi padre le encantaban las de espías. Y las de mafiosos. Y cuando daba con alguna que tratara de mafiosos y espías, era más feliz que un gorrino en un maizal. Heredé la pasión por los libros, entre otras muchas cosas, por supuesto, pero no la pasión de género.

Hace cosa de una semana me llamó la atención un libro que a mi padre le maravillaba. “Chacal”, de Frederick Forsyth. Una novela con las páginas amarillas por el paso del tiempo, con ese olor característico que tienen los libros viejos (50 pesetas era su precio). Lo cogí con cierto escepticismo, debo reconocer.

Cuando llevaba 50 páginas, me empecé a preguntar por qué no lo había leído antes. Tal vez yo no estaba preparado. O tal vez quien no lo estaba era el libro. Por eso no me llamó hasta hace una semana porque, sí, los libros llaman, piden ser leídos. En sus estanterías desde las que todo lo ven, esperan el momento oportuno. Y hay que saber escucharles.

El caso es que “Chacal” es una magnífica novela de espías. Bueno, no exactamente. Cuenta la historia de una conspiración para matar a De Gaulle. Forsyth, periodista, trabajó en la década de los 60 cubriendo los intentos de atentado contra el viejo general. La historia que narra en la novela trata de uno de esos intentos. Lo grande del caso es que realidad y ficción se mezclan de manera magistral. 400 páginas después, uno no sabe si la historia de “Chacal” es verdadera o no.

Veredicto del sobaco: muy bien escrita y tremendamente entretenida.

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