Después de unos días en los que no encontraba árbol donde ahorcarme, es decir, no tenía un libro que llevarme a los ojos, finalmente tengo acompañante para mis noches de insomnio. “El tesoro del lago de la Plata”, de Karl May, un libro que compré en la colección que El País lanzó de libros de aventuras.
Ambientado en el Oeste, con sus indios, sus malos malísimos y sus buenos buenísimos, de momento, lo mejor que puedo decir de él, que no es poco, es que está bastante bien escrito.
Tendremos que esperar unos días para dar un veredicto con mayor fundamento.
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