- ¿Y dónde va a querer que le llevemos el coche?
- A mi taller.
- ¿Y cómo se llama su taller?
- Mi taller.
- Sí, pero ¿cómo se llama?
- Mi taller.
- Ah, ¿que su taller se llama Mitaller?
Casi entro en un bucle infinito. ¿Por qué no seguir llamando a los talleres Hermanos Recio? Así no hay quien se entere. Maldito marketing.
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