22 de febrero de 2012

Interés público e interés del público

En la comunicación de masas se utilizan dos términos que, a menudo se confunden: interés público e interés del público.
El interés público se refiere a cualquier hecho que, objetivamente, interesa a un gran número de personas. Habitualmente se trata de asuntos naturales, inherentes al ser humano. El interés del público, por el contrario, es artificial, interesado y dirigido.
Cuando nos referimos al interés público debemos pensar en cosas básicas, cosas que verdaderamente nos interesarían si tuviéramos que aprenderlo todo de los medios de comunicación (deliciosa ironía, ¿verdad?). La alimentación, la supervivencia o, por ejemplo, la búsqueda de un refugio, entendiendo como tal un lugar del que resguardarnos de las inclemencias meteorológicas, nada que ver con un refugio de otro tipo, uno nuclear, por ejemplo, que encajaría mejor en la categoría de interés del público.

Un terremoto es algo que, como recién llegados a este mundo, nos interesaría objetivamente, pues se trata de un suceso que puede afectar a nuestra supervivencia. La existencia de un alimento de fácil obtención también es algo que nos podría resultar útil. Más adelante, cuando nos integráramos en una sociedad, los mecanismos que la rigen serían, sin duda, de nuestro interés. ¿Monarquía o República? Son cuestiones que nos atañen directamente y, por tanto, pertenecen al interés público.
Pensad ahora en el fútbol, la vida de los famosos o los concursos de la tele. Todo es interés del público, artificial, dirigido e interesado. ¿O acaso creéis que nacemos preocupados por la final de la Champion's, Belén Esteban o Gran Hermano?

Vayamos un paso más y preguntémonos cuántos minutos ocupan en los medios de comunicación los intereses del público y, en cambio, cuántos se dedican al interés público.
La diferencia es abrumadora, ¿verdad?
Añadamos que, mientras nos ocupamos del interés del público, la mayor parte de las veces dejamos de atender el interés público, con lo que podemos concluir, sin temor a equivocarnos, que nos la están dando con queso todos los días mientras nos distraen con gilipolleces.
¿Recordáis esa maravillosa escena en la que Toni Leblanc y Antonio Ozores mostraban el timo de la estampita?
Pues eso mismo, pero a escala mundial.

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