26 de diciembre de 2011

De reforma vital

Una Nochebuena me senté delante de un espejo y tuve una revelación; por fin fue una noche buena.
El reflejo me devolvió la imagen de una persona totalmente diferente; si no hubiera sido por la ropa, apenas me hubiera reconocido.
Construimos, al menos en mi caso, una imagen de nosotros mismos que poco o nada tiene que ver con la realidad. Cuando un día nos vemos tal y como somos, la bofetada que nos da la realidad alcanza un 7.2 en la escala de Richter.
Como en un flashback vital, uno repasa su vida, analizando esas certezas que antes creía inmutables, comprobando que todas ellas se sustentaban en pilares de arcilla. Verlas caer una tras otra es una experiencia desoladora pero, a la vez, motivadora.
Una vez que se han caído los naipes que formaban mi falsa imagen, comienza la reconstrucción.
Tengo la personalidad igual que Baghdad.

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