12 de noviembre de 2011

Yo siempre incongruente

Una de las características que más me fascinan de los seres humanos es nuestra incongruencia.
Me maravilla cómo acostumbramos a empezar frases diciendo "yo siempre he pensado tal cosa o yo siempre he dicho tal otra", aunque ese siempre en realidad se refiera a hace cinco minutos.
Me enternece cómo sentimos los colores, haciendo propias las causas que ayer nos eran completamente ajenas.
Nos gustaría haber sido siempre como somos hoy; haber pensado siempre lo que hoy pensamos; haber dicho siempre las mismas cosas que hoy decimos.
Nos olvidamos, a veces consciente, a veces inconscientemente, de nuestro propio pasado. Nos acordamos de lo que queremos y olvidamos lo que nos conviene.

Adoptamos entonces posturas dignas frente a quien no nos conoce y aceptamos orgullosos sus calificativos, admirando nuestra coherencia.
Quienes nos conocen desde siempre y han sido testigos de nuestra evolución, humana y necesaria, por otro lado, arquean la ceja cuando presumimos de argumentos, casi como si hubiéramos nacido con ellos.
Bien está que modifiquemos nuestra manera de pensar, pues para aprender estamos en este mundo, pero no deberíamos perder la perspectiva.
Aunque la incongruencia es una característica humana, no deberíamos fomentarla.

No hay comentarios: