25 de noviembre de 2011

Enésima (des)esperanza rojiblanca

De cara al Mandril-Atleti de este fin de semana, el martes firmaba un 6-0; una derrota más o menos digna. Sí, nos meten muchos goles, lo que es normal, pero no más de 6.
El miércoles estaba optimista y pensé que el 5-0 se podía firmar sin ningún problema.
Ayer me di cuenta de que el 4-0 era lo único con lo que me daría por satisfecho.
Hoy sólo firmaría un 3-0; derrota, sí, pero disputada. Si le añadimos un par de penaltis no pitados a favor (lo habitual cuando visitamos el Bernabeu) y un par de goles concedidos en flagrante fuera de juego (también marca de la casa), podemos estar razonablemente contentos.

Tengo muy claro que mañana me despertaré pensando que un 2-0 es un resultado más que factible y, a medida que avance el día, en mi cabeza el partido se irá igualando hasta que, cuando el árbitro esté a punto de señalar el comienzo, una pregunta atravesará fugazmente mi cerebro: ¿y por qué no podemos ganarles?
En cuanto el balón empiece a rodar, eso sí, esa pregunta se responderá sola; porque el Mandril juega a un deporte y el Atleti a otro.
En el deporte en el que juega el Mandril (el mismo al que juega el Barça), hay mucho dinero y los mejores futbolistas; en el que juega el Atleti, hay dinero, poco futbolista, mucho tuercebotas y demasiado apandador disfrazado de directivo; aparte de estos dos deportes está el fútbol, que es a lo que juegan el resto de equipos.
Jugando, por tanto, a deportes diferentes, ¿cómo podremos ganarles?
La respuesta es evidente: a día de hoy, mal que nos pese, no se les puede ganar.

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