19 de octubre de 2011

El revolcón con la alhaja

Conozco un tipo al que no le falta un extra; lo tiene todo el chaval.
Tiene la misma inteligencia que un botijo, la misma inquietud cultural que un gusano de seda, el mismo afán por aprender que un pepino de mar, la misma sensibilidad que un neumático usado y la misma educación que un mandril en celo.
Zafio, de los que no se ha arrimado a un libro en su vida, seguidor acérrimo de Tetacinco, ávido lector del Marca y, cuando la intelectualidad le acecha, también del As, amante del fútbol y los toros y, cómo no, votante del PP.
Una alhaja, vamos.

Conozco también a una muchacha que, hace unos cuantos años, se estrenó con mi primo en el terreno sexual.
Es humano; lo que se entiende por el debut soñado, empezar por la cumbre, poniendo el listón arriba del todo.
Para cuando uno llegue a viejo, en su caso a venerable ancianita y eche la vista atrás haciendo balance de su vida, sabrá que habrá merecido la pena, aunque sólo sea por el revolcón con la alhaja.
Así sí que se puede dejar de fumar tranquilo.

Pd: no olviden apagar el modo irónico tras la lectura de este artículo. Gracias

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