10 de agosto de 2011

Volveré mañana

¿Recordáis cuando os conté el penúltimo ninguneo que sufrimos en la RENFE?
Bueno, pues cumpliendo con lo que me dijeron, le remití uno de los ejemplares de la hoja de reclamaciones a Consumo vía correo electrónico.
Me respondieron dos días después, hola, buenas, mire, estas cosas las tiene que mandar a la delegación autonómica.
Les reenvío el correo a los de la delegación local y, a las pocas horas, hola, buenas, mire, que esto lo tiene que presentar en persona en la oficina de su distrito.
Consulto los horarios de la oficina de consumo de mi distrito: de lunes a viernes, de 9 a 11.
Un horario amplísimo, perfecto para que los ciudadanos que trabajamos por las mañanas (que somos una minoría, como bien sabéis) podamos acudir a cumplir con los trámites.

Sorprendido (pero no mucho, ¿eh?) porque, pese a que el calendario indique que estamos en 2011, para este tipo de trámites aún sigamos anclados en los tiempos del Vuelva usted mañana y no sea posible hacer llegar la copia de la reclamación por correo electrónico, pasé al plan B.
Oye, mamá, ¿tú me podrías hacer un favor?
Esa misma tarde le dejé la reclamación a mi madre y me dijo que al día siguiente la presentaría, quedando en llamarme por si le decían algo.

Al día siguiente, ring, ring, "Mamá llamando".
No sé por qué, pero sabía que algo iba a pasar: ¿sería por eso por lo que antes no me sorprendí cuando me enteré de que no podía completar el trámite por medio del correo electrónico?
Hijo, que me dice la señorita que ellos no se encargan de estas cosas.
No, mamá, no puede ser; en la RENFE me dijeron que de las cuatro copias que tiene el pliego, dos son para ellos y dos para mí, de las que debo guardar una y presentar la otra en Consumo.
Pues dice esta señorita que no funciona así la cosa, que lo que tienes que hacer es esperar a que RENFE te responda.
¿Y cuánto tiempo tengo que esperar? ¿Días? ¿Semanas? ¿Meses? ¿Años? ¿Vidas?
Uy, dice que eso no lo sabe.
Anda, coño, pues si ellos que son Consumo no saben los plazos que tienen las empresas o instituciones que dependen de ellos en cuanto a la relación con los ciudadanos, estamos apañados.
Pues eso dice la señorita.
Le dices a la señorita de mi parte que me lo podían haber dicho también por correo electrónico cuando me respondieron los de Consumo informándome de los pasos a seguir; y también le dices que si los ciudadanos debemos esperar a que nos respondan (si nos responden), para qué narices están ellos ahí.
Dice que si no te satisface la respuesta, entonces presentas un escrito en la sede central, que está en otra dirección.

Mamá, sal de ahí, vas a entrar en el bucle espacio-tiempo del vuelva usted mañana que asola este país desde tiempo inmemorial.
¿Qué dices, hijo?
Nada, mamá, déjalo; ya volveré mañana yo.

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