La derecha de este maldito país siempre ha sido soberbia, zafia, grosera, integrada por caciques en potencia, maleducados y fascistas.
Y ése, precisamente es uno de los males que asolan a esta supuesta democracia: que siguen igual.
Aplauden la soberbia y la zafiedad, la actitud chulesca del gañán que insulta sólo por el placer de hacerlo, sin ningún tipo de orden ni sentido.
Les encanta la incultura, la fomentan y la alaban: cuanto más iletrado sea el pueblo, más fácil de manejar será.
La destrucción de todo lo que implique modernidad o progreso es su único fin.
La pervivencia de la caspa su objetivo.
Sus aliados, la iglesia y los empresarios.
La herramienta, esto que llaman democracia.
Los vilipendiados, los ciudadanos, de los que sólo se acuerdan cuando miran hacia abajo para ver lo que están pisando.
Y ellos, mientras tanto, felices.
Es vergonzoso.
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