3 de febrero de 2011

Tarzán de los Monos

Tarzán de los Monos.
Título original: Tarzan of the Apes (1912).
La siguiente reseña corresponde a la edición que El País incluyó en su colección de Libros de Aventuras en 2004.

Edgar Rice Burroughs, escritor americano dedicado a la literatura fantástica de aventuras, creó el inmortal personaje de Tarzán de los Monos, romántico e idealista donde los haya, a principios de un siglo que fue de todo menos romántico e idealista.
Es decir, creó al personaje perfecto en el siglo que más falta hacía. Una pena que, con el paso del tiempo, Tarzán haya sido sustituido por otro tipo de héroes, mucho más ñoños y menos auténticos, pero con muchos más poderes sobrenaturales (sic).

Frente a este tipo de súper héroes, ¿qué puede hacer el hijo de un aristócrata inglés que, cuando sus padres mueren en una cabaña al borde de una selva perdida en el continente africano, es criado por una especie de gorila que lo adopta como hijo propio?
Contarnos su historia, nada más y nada menos; eso es lo que puede hacer.

Veredicto del Sobaco: divertidísimo. Lo he pasado como un enano. Condicionado inevitablemente por las referencias cinematográficas, sobre todo cuando en mi cabeza sonaba el grito de Tarzán, el libro es absolutamente maravilloso. Tiene un ritmo trepidante que no decae en ningún momento y, aunque haya capítulos en los que la historia resulte poco creíble, como cuando Tarzán aprende a leer él solito, se disculpa porque es un personaje mítico al que somos capaces de perdonarle casi todo. Digo casi todo porque el final del libro me dejó un poco de aquella manera; después de todo lo vivido, todo lo pasado y la cantidad de kilómetros recorridos, Tarzán se rinde con una facilidad pasmosa. La única vez en toda la historia, por cierto. Pese a todo, es altamente recomendable.

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