Entiendo perfectamente a los japos cuando se convierten en hinchas de fútbol; les da igual el equipo, ellos siguen a los futbolistas.
Es decir, ellos apoyan a Ronaldinho, independientemente de que juegue en el Barça, el Milan o el Alcoyano.
Les entiendo porque, de un tiempo a esta parte, a mí me pasa lo mismo.
Hoy soy de Xavi, de Casillas, de Iniesta, de Xabi, de Messi, igual que ayer fui de Laudrup, de Redondo, de Kiko, de Míchel, de Maldini o de Van Basten pero, sobre todo, soy del Niño.
Así que, aunque el Chelsea sea un equipo que me dé asco futbolísticamente hablando, con ese juego subterráneo tan poco deportivo que les caracteriza y esa defensa tan cerrada que parece una quinceañera de Boadilla en la pista central del Pachá, ahora toca seguirles con interés.
Por el Niño, claro.
Si no, de qué.
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