11 de mayo de 2010

Un viaje alucinante

En plena guerra fría, un científico que posee el secreto que permite reducir el tamaño de los cuerpos y mantenerlos en su nuevo estado, sufre un atentado que le produce un hematoma cerebral.
La única manera de ayudarle es realizando una misión imposible: un grupo de cirujanos se introducen en un submarino que será reducido hasta el tamaño de una bacteria para, posteriormente, ser inyectado en el sistema circulatorio del científico afectado.
De esta manera, podrán llegar hasta el hematoma y reducir su tamaño utilizando el laser.

Veredicto del Sobaco: estamos tan acostumbrados a que ciertas operaciones quirúrgicas puedan realizarse con el mando de la wii, que no nos acordamos de que hace no muchos años todo esto no era más que ciencia ficción. Esta película es de 1966, época en la que Hollywood tuvo un súbito y, por supuesto, económico (como siempre) interés por lo que la ciencia podía aportar a sus guiones. Maravillosamente bien documentada (la película parece por momentos una cinta de divulgación científica), Un viaje alucinante sienta las bases sobre las que crecerán éxitos posteriores como El chip prodigioso o Cariño, he encogido a los niños. Se trata de una película entrañable y artesanal, en la que comprobamos cómo nuestro presente artroscópico enlaza con nuestro pasado teórico y utópico, mostrándonos, una vez más, que la ciencia ficción es, en realidad, uno de los posibles caminos por los que el progreso avanza.

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