Publicado en 1980, se trata de uno de los mejores y más completos trabajos de la banda australiana. El disco supone el debut de Brian Johnson como vocalista, tras la partida de Bon Scott camino del infierno después de una noche de copas de la que jamás despertó.
La portada del disco parece invitar al luto y el sonido que precede a la primera canción, Hells Bells, el tañido de una campana, significa un último tributo al anterior cantante, que cogió la primera salida para incorporarse a la autopista del infierno, vía reservada a los grandes del rock.
Sin embargo, el mejor homenaje que sus compañeros podían dedicarle es el propio disco, un trabajo completo y redondo en el que el protagonista es el propio rock.
La traducción literal del título del álbum, "de vuelta al negro", nos orienta sobre lo que de verdad pretendían con este disco: un regreso a los orígenes del rock, que no son otros que el rhytm & blues, cuyos padres fueron los músicos de raza negra.
O sea, que en realidad no regresan "al negro", sino "en negro", revestidos de pureza, partiendo de las raíces del rock, crean una de las obras cumbres del género.
Back in Black es un disco que nos guía por la evolución del rock, de la mano de ese inmejorable cicerone que es Angus Young quien, a través de sus geniales punteos y riffs, nos presenta el clasicismo de Rock'n roll ain't noise pollution, canción que cierra el disco con toda una declaración de intenciones ("el rock no es contaminación acústica"), la sencillez fantástica y genial de You shook me all night long, la eternidad de Back in black o la velocidad revitalizante de Shake a leg.
Completan esta maravilla la citada Hells Bells, densa y oscura como la portada del propio disco, la poderosa Shoot to thrill, imprescindible en todos sus directos, tres canciones marca de la casa, con el sello inconfundible de los australianos, What do you do for money honey, Given the dog a bone y Have a drink on me y la bluesera y "romántica" Let me put my love into you.
Back in Black, grabado hace ahora exactamente 30 años (el disco se publicó en Agosto de 1980, pero se grabó entre Abril y Mayo de ese mismo año), es rock and roll en estado puro.
42 minutos de guitarras y melodías con el estilo inconfundible y genial de AC/DC (o de los acedecé, como les decimos por aquí).
Back in Black es una maravilla, una obra de arte, un disco imprescindible en cualquier discoteca.
Un disco al que merece la pena regresar de vez en cuando para recordar lo que de verdad significa el rock.
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