1 de abril de 2010

Un domingo cualquiera

Egos, ambiciones, orgullos, traiciones y, sobre todo, fútbol americano, mucho fútbol americano, porque de eso es de lo que trata esta película.
Oliver Stone, amante confeso de este deporte tan poco conocido en el resto del planeta, muestra la cara oculta de la competición de élite, un universo con más trampas que el jardín de la casa de Rambo.

Veredicto del Sobaco: si no te gusta el fútbol americano, no te sientes a ver esta película, porque te aburrirás más que Poli Díaz en una tormenta de ideas para la próxima campaña de Proyecto Hombre.
En las casi tres horas de historia, Oliver Stone desmenuza los entresijos de este deporte, con todas las miserias propias de la alta competición, los egos y las ambiciones de los protagonistas.
La conclusión es que se trata de un mundo de mierda y uno no sabe quiénes son peores, si los deportistas, los dirigentes, los periodistas o los entrenadores.
Destaca el montaje de la peli, obra del propio Stone, habitualmente un maestro en este apartado.
Como detalle curioso, el propio cineasta realiza un cameo como comentarista de televisión.
La historia está bien narrada, aunque se pueda hacer ciertamente pesada en algunos momentos pero, en general, podría ser una buena elección para una tarde cualquiera de domingo.

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