Ricky Martin, la niña, el perro y el armario, sin duda uno de los mitos urbanos más famosos junto con el de la chica de la curva.
Un vídeo que nunca se vio, como aquel protagonizado por Pedrojota, el periodista encorsetado, como le llamaban entre risas por los pasillos de la emisora de radio en la que trabajé, con la diferencia de que el segundo vídeo, el del marido de la diseñadora que no se le pira la pinza ni ná, llegó, fue visto y desapareció, mientras que el primero, el de Ricky, simplemente nunca existió.
¿O sí?
Me temo que nunca sabremos la verdad
Lo que queda claro a la vista de las últimas revelaciones es que en esa supuesta habitación estaban Ricky Martin y un armario.
Los otros integrantes del polinomio misterioso pueden perfectamente asociarse a nombres en clave, conceptos extraños, motes misteriosos como el del hombre que fuma de Expediente X o el Garganta Profunda del Watergate.
La presencia del perro, la niña y el condimento (circulan versiones que hablan de mermelada, otras que lo hacen de foie-gras y una tercera que incluye nocilla en la receta) queda, de momento, por confirmar.
Eso sí, el revuelo que ha causado la confesión (como si en pleno siglo XXI hubiera algo de lo que avergonzarse) queda en un segundo plano porque lo que importa, como bien dice la foto que acompaña este artículo (sacada de la página oficial del propio Ricky), es el talento del muchacho.
Te dicen, querido Ricky, que te quieren por tu talento y no por tu orientación sexual cosa que me parece muy bien.
Yo sé que te lo dicen desde el cariño pero vamos, como te dé por darle unas vueltas a la frase una tarde de domingo que no tengas nada que hacer, lo mismo te replanteas muchas cosas.
Porque no te han dicho que te quieren como eres.
No.
Te han dicho que te quieren por tu talento.
Y, querido amigo, qué quieres que te diga... Mozart no eres.
Ahí te lo dejo, para que reflexiones a gusto.
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