Esta cuarta entrega de la saga de las aventuras del fusilero Richard Sharpe se desarrolla en los días previos a la batalla de Arapiles (julio de 1812).
Sharpe recibe el encargo de capturar a uno de los informadores más peligrosos del bando francés, para lo que el fusilero deberá utilizar grandes dosis de sutileza para poder sobrevivir en un ambiente que no le es familiar: la intriga y el espionaje.
Veredicto del Sobaco: la novela no pasa de ser un correcto producto de entretenimiento. Cumple, sin más. Tiene algunos momentos brillantes e interesantes, como la explicación de por qué una carga de caballería está condenada al fracaso cuando enfrente tiene a la infantería formando en cuadro. Sin embargo, el tono general de Sharpe y la Campaña de Salamanca es el aprobado ramplón. La historia de este cuarto capítulo no termina de resultar atractiva, pese a que uno es un seguidor prácticamente incondicional del personaje y a que el libro, como el resto de la saga, está fantásticamente bien escrito y traducido, algo que siempre es de agradecer. En definitiva, un libro que hay que leer cuando uno está siguiendo Las Aventuras de Sharpe pero que, con toda probabilidad, será de los más flojitos cuando uno haga balance de esta saga creada por el británico Bernard Cornwell.
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