Acabo de echar un vistazo a la portada del As, una vieja y estúpida costumbre que algún día conseguiré eliminar de mis rutinas diarias porque lo único que consigue es cabrearme con esta profesión de mierda que es el 99% del periodismo de este país, y me ha vuelto a llamar la atención una sección tan medieval como, a mi juicio, ilegal: la fotografía de la contraportada en la que, invariablemente, aparece una muchacha ligerita de ropa luciendo encantos, acompañada de un pie de foto casposo y rancio en el que se afirma que a la susodicha le ponen los pilotos de fórmula uno o el voley-playa pero sólo si se juega en tanga y se le sale una teta cada vez que salta a por la pelota.
O sea, tetas y fútbol.
¿De verdad estamos en pleno 2010?
¿O seguimos en la España de Pajares y Esteso, en la que dos tetas tiraban más que dos carretas y las mujeres no podían abrir una cuenta en el banco sin el permiso de sus maridos?
¿Dónde están los que defienden la dignidad de la mujer en estos momentos?
Pues probablemente estén embobados con la fotito de marras, babeando como los babosos retrógrados y reaccionarios que son.
Porque aunque nos vendan la moto de la España de la igualdad y de la paridad, de los mismos sueldos y las misma oportunidad para todos y todas, la realidad sigue teniendo, gramo arriba, gramo abajo, la misma cantidad de caspa que la España que salía reflejada en las películas de Alfredo Landa y Paco Martínez-Soria.
La fórmula mágica que inventaron los romanos incluía pan y circo como ingredientes fundamentales.
La adaptada por el franquismo los sustituyó por las tetas y el fútbol.
Y más de 30 años después siguen aplicándola.
Mierdapaís, coñio.
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