Quisiera ser ameba, para poder envolverte en un abrazo infinito con cada punto de mi piel.
Para acoplarme a ti y complementarnos como cada mano a su guante.
Para reconfortarte y darte calor, sobre todo en esos días en los que el frío se agarra al alma.
Para ser los dos como uno solo, como un ovillito perfecto de amor infinito.
Quisiera ser ameba, para poder pensar sabiendo que la cabeza no me va a dar y tener una excusa para no pensar.
Para soportar los golpes de la vida sin que éstos me dejen huella, igual que un lago absorbe las vibraciones de una piedra lanzada en él.
Para que la mala leche de este mundo podrido no desvíe en lo más mínimo la curva de la sonrisa con la que me levanto cada día que me despierto junto a ti.
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