11 de noviembre de 2008

Tiburones

Tiburones, los llamaba él.
"Mi curro está lleno de tiburones".

Así comenzaban todas sus respuestas cuando le preguntábamos por su trabajo.
Y yo, que soy un tío muy simple, pensaba en los documentales de La 2 y en la película de Spielberg.
Nada más lejos de la realidad, por supuesto.
Lo más cerca que ha estado mi amigo de un tiburón fue una vez que leyó un artículo sobre Isla Mauricio.

Él se refería a esa clase de tiburones que hacen lo que sea triunfar en el trabajo, pisando a quién sea y viviendo única y exclusivamente para trabajar.

Hoy, unos cuantos años después de la época en la que mi amigo hablaba así de los tiburones de su curro, después de haber hablado con él por teléfono cinco minutos para intentar vernos las caras, he confirmado la metamorfosis que ya se intuía.

- ¿Nos tomamos unas cañas y nos ponemos al día?
- No puedo tío, tengo mucho curro y no saldré hasta las mil.
- ¿Qué tal mañana?
- Ni de coña, tengo una reunión y terminaremos sobre las 10 de la noche si hay suerte.
- ¿Cómo tienes el finde?
- Tengo que terminar unas cosillas pendientes que me dejó mi jefe... si eso, te llamo yo a última hora del domingo.
- Joder, macho, cada día vives mejor...

"Tiburones, mi curro está lleno de tiburones", decía mi amigo hace unos años.
¿Tiburones como tú?

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