18 de noviembre de 2008

Mi hija de mayor... modelo

"¿Y esa monada, quién es?"
"Mi niña... ¿has visto qué guapa?"
"Es preciosa..."
"Ésta me saca a mí de pobre... de mayor, seguro que es modelo..."
"Ya ves, tía..."

Y yo, que andaba con la oreja pegada a la conversación desde que me dedico a observar al género humano como pasatiempo gratuito, no pude evitar un escalofrío que me recorrió el higadillo izquierdo. Y no es que me soliviantara el hecho de que una madre espere de su hija que la saque de pobre, no porque, de hecho, yo también espero que los míos me hagan ese favor cuando lleguen.
Lo que me preocupa es el medio para conseguir tal fin.

Parece que la sociedad, al fin, ha superado esos años horribles en los que los niños, cuando fueran mayores, tenía que ser, por cojones, abogados, médicos o ingenieros.
Un matiz. la frase empieza con un "parece". La realidad está muy lejos de esa apariencia. Fin del matiz.
Eso sí, en este caso, "superar" no significa necesariamente "mejorar".
Es algo lógico. Tantos años bombardeados con tanta mierda con forma de Belén Esteban y similares, tenían que traer consecuencias.

Una parte de la sociedad, que responde al prototipo de la madre coraje que nos ocupa (tetas postizas y buscar a alguien que recoja a la niña a la salida del colegio mientras ella, la mamá, va a al gimnasio), ha dejado de sufrir la titulitis que afecta al españolito medio y ha contraído una enfermedad mucho mas peligrosa y contagiosa: la facilitis.
¿Para qué queremos un niño que sea abogado, médico o ingeniero si, siendo futbolista, modelo, chocholoco o drogadicto, conseguimos el mismo status y la misma cuenta corriente?

No sé a vosotros pero a mí cada día me dan más ganas de aislarme en una burbuja mientras esta sociedad de mierda se devora a sí misma.

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