26 de junio de 2008

Libro, pero no descanso

Hoy y mañana libro.
A costa de currar el fin de semana, por supuesto, que nadie da duros a peseta.
En un ratito me marcho a casa de mi hermana, a pasar la mañana con mi sobrino de 4 años, que me lleva amenazando desde hace varios días con subirse sobre mis hombros en la piscina.
Libraré, pero no descansaré.
Pero bueno, sarna con gusto no pica, que se dice.
El pasado fin de semana tuve que decirle que no y me sentí fatal.
No fue culpa mía, ya lo sé, pero es horrible tener que decirle a un niño de cuatro años que no puede pasar la tarde contigo.
Yo me sentí fatal y él se quedó con la sensación de que también yo paso de él.
No es a mí a quien tiene que llamar para pasar la tarde.
Son sus padres quienes tendrían que recibir ese tipo de llamadas o, mejor dicho, son sus padres quienes tendrían que evitar ese tipo de llamadas, estando con el niño, mostrándole cariño y no teniéndolo sólo para las exhibiciones con las putas canciones en inglés.
Si queréis algo que haga trucos, comprad un perro.

Lo que más me jode es que, aunque yo le quiera con locura y pasemos todo el tiempo que podamos juntos, sólo soy su tío.
Yo no puedo educarle ni mostrarle cariño en el día a día.
Se me encoge el alma cuando veo a este pobre niño, rodeado de todas las cosas materiales que cualquier descerebrado simplista pudiera pensar que dan la felicidad y falto de lo más importante: unos padres que se preocupen por él.
Se me encoge el alma porque no puedo hacer nada.
Sólo llorar por él y, en los pocos ratitos que pasemos juntos, hacer que se sienta querido, brindándole todo mi cariño.
Así que, hoy libro, pero no pienso descansar.
Porque él se lo merece.

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