3 de junio de 2008

Après le coup de sifflet

"El próximo tren va a hacer su entrada en la estación de manera inmediata".
O algo así.
Curioso. Uno lee ese mensaje todos los días y no es capaz de recordarlo correctamente.
Creo, en primer lugar, que el texto está redactado en el castellano que aprenden los croatas y, en vez de "el próximo tren", sólo dice "próximo tren".
Y ahora recuerdo que no "hace su entrada" sino que "efectúa su entrada", que es mucho más fino.
Porque no es lo mismo entrar en un bar, así, de cualquier manera, que efectuar la entrada en el bar, en plan súper estrella, como la Mari-Vicky en cualquier sarao jolivudiense.

Pero bueno, independientemente de que el tren entre sin más o efectúe su entrada, el andén está a reventar.
Me recuerda esas viejas máquinas en las que montones de monedas reposaban en bandejas imantadas y uno lanzaba un duro intentando sacar beneficio, aunque lo máximo que se conseguía era recuperar el duro invertido.
Si entrara alguien más, nos caeríamos a la vía.
O eso es lo que uno cree porque, en realidad, el cuerpo humano demuestra una elasticidad más propia de los lémures.
O que nos aferramos a la vida incluso a las 7 de la madrugada porque, muy apretado que se esté en el andén, siempre es mejor que la vía.

Y de pronto, cuando ya nadie lo esperaba, el tren efectúa su entrada en la estación.
Y comienza el nerviosismo.
Y nos agitamos inquietos mirando las puertas de los vagones, intentando adivinar la que nos corresponderá.
Los codos se empiezan a afilar y las distancias entre cuerpos se reducen.
El tren se detiene con un bufido ensordecedor.
Se abren las puertas y, como gladiadores esperando en el Coliseo, nos lanzamos a la batalla.
Dejamos los remilgos en el andén, porque en esta batalla la piedad no tiene cabida.
Empujones, codazos, bolsazos y mochilazos.
Todo vale para hacerse un hueco.
Si un extraterrestre contemplara la escena, pensaría que lo que hacemos es irnos a casa y que por eso tenemos tanta prisa.

Hay que joderse. Nos damos de hostias para llegar antes a trabajar.
Qué listos son.
Al final han conseguido que el mundo esté al revés.
Son unos cabrones pero hay que reconocer que lo saben hacer muy bien.
Engañarnos y liarnos, digo.
Eso es lo que saben hacer bien.

No hay comentarios: